Puente de los Franceses

Yo pensé que me había separado de ella, que nunca más la echaría de menos. Se lo contaba como noticia a un amigo que hacía tiempo que no veía y que es sabio -los años le ayudan-. Torció el gesto, aparcó en su cara una mueca casi de condescendencia ante mi aserto, como si me perdonara la ignorancia, el error de púber, y dejó caer algo así como que nuestro vínculo era de por vida.
Hoy apareció en mi revolucionado cerebro un verso que lo llevo en mi cartera emocional por aquello del giro que hace en un momento dado en la canción: Puente de los Franceses...
Hoy, una vez más, la ciudad me tomó. Y yo que pensaba.

Con su boina calada, con sus guantes de seda, 
su sirena varada, sus fiestas de guardar, 
su vuelva usted mañana, su sálvese quien pueda, 
su partidita de mus, su fulanita de tal. 
Con su todo es ahora, con su nada es eterno, 
con su rap y su chotis, con su okupa y su skin, 
aunque muera el verano y tenga prisa el invierno 
la primavera sabe que la espero en Madrid. 
Con su otoño Velázquez, con su Torre Picasso, 
su santo y su torero, su Atleti, su Borbón, 
sus gordas de Botero, sus hoteles de paso, 
su taleguito de hash, sus abuelitos al sol. 
Con su hoguera de nieve, su verbena y su duelo, 
su dieciocho de julio, su catorce de abril. 
A mitad de camino entre el infierno y el cielo 
yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid. 
Aunque la noche delire como un pájaro en llamas, 
aunque no dé a la gloria la Puerta de Alcalá, 
aunque la maja desnuda cobre quince y la cama, 
aunque la maja vestida no se deje besar, 
Pasarelas Cibeles, cárcel de Yeserías, 
Puente de los Franceses, tascas de Chamberí, 
ya no sueña aquel niño que soñó que escribía, 
Corazón de María, no me dejes así. 
Corte de los Milagros, Virgen de la Almudena, 
chabolas de uralita, Palacio de Cristal, 
con su "no pasarán" con sus "vivan las caenas", 
su cementerio civil, su banda municipal. 
He llorado en Venecia, me he perdido en Manhattan, 
he crecido en La Habana, he sido un paria en París, 
México me atormenta, Buenos Aires me mata, 
pero siempre hay un tren que desemboca en Madrid, 
pero siempre hay un niño que envejece en Madrid, 
pero siempre hay un coche que derrapa en Madrid, 
pero siempre hay un fuego que se enciende en Madrid, 
pero siempre hay un barco que naufraga en Madrid, 
pero siempre hay un sueño que despierta en Madrid, 
pero siempre hay un vuelo de regreso a Madrid.

 

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