lolitas de treinta y ocho

Por más que su amigo y admirador, José Miguel, se lamente de que tras su muerte nadie recoge su testigo, a mí me cuesta no reconocer en Pepín ecos de Javier. Pero sí, entiendo lo que dice el Gran W.; de hecho muchas veces ha aparecido ese tema en este cuaderno. Se van especímenes de improbable génesis ulterior. Supongo que es el signo de los tiempos. No sé, me falta perspectiva, vida, sabiduría o qué sé yo. Queda Pepín en pie aún para disfrutar. Y el recuerdo nítido de don Javier. Y de don Enrique, otro que tal baila.






Aquí la letra de Abajo el Alzheimer con entrada incluida.

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