los miedos de Constantino

Ventanas

En esas habitaciones oscuras donde vivo
pesados días, con qué anhelo contemplo a veces
las ventanas. -Cuándo se abrirá
una de ellas y qué han de traerme-.
Pero esa ventana no se encuentra, o yo no sé
hallarla. Y quizás mejor sea así.
Quizá esa luz fuese para mí otra tortura.
Quién sabe cuántas cosas nuevas mostraría.

Constantino Kavafis. Traducción de José María Álvarez.

la revelación de Silvio

la belleza de la inquietud

Fiendish wonder in the carnival's wake 
Though it caresses once again irritate 
Tread softly stranger 
Move over toward the danger that you seek 

You think excitement has receded 
And the mirror distracts 
The logic of the trance 
Quickly reaches and grasps 
Handsome and faceless 
And weightless, your imagination roams 

And now it's no ones fault but yours 
At the foot of the house of cards 
You thought you'd never get obsessed 
You thought the wolves would be impressed 
And you're a sinking stone 
But you know what it's like to hold the jeweller's hand 
That procession of pioneers all drowned 

In the moonlight they're more thrilling 
Those things that he knows 
As he leads you through the grinning 
Bubble blowers in the snow 
Watching his exit 
Is like falling off the ferry in the night 

The inevitables gather to push you around 
Any old voice makes a punishing sound 
He became laughter's assassin 
Shortly after he showed you what it was 

And now it's no ones fault but yours 
At the foot of the house of cards 
You thought you'd never get obsessed 
You thought the wolves would be impressed 
And you're a sinking stone 
But you know what it's like to hold the jeweller's hand 
That procession of pioneers all drowned 

If you've a lesson to teach me, 
I'm listening, ready to learn 
There's no one here to police me, 
I'm sinking in, until you return 
If you've a lesson to teach me, 
Don't deviate, don't be afraid 
Without the last corner piece I can't calibrate, 
Let's get it ingrained 

If you've a lesson to teach me, 
I'm listening, ready to learn 
There's no one here to police me, 
I'm sinking in, until you return 
If you've a lesson to teach me, 
Don't deviate, don't be afraid 
Without the last corner piece I can't calibrate, 
Let's get it ingrained 

If you've a lesson to teach me, 
I'm listening, ready to learn 
There's no one here to police me, 
I'm sinking in, until you return 
If you've a lesson to teach me, 
Don't deviate, don't be afraid 
Without the last corner piece I can't calibrate, 
Let's get it ingrained

de Novalis a Joaquín

El amor y la muerte:

El romántico asocia amor y muerte, como ocurre en el Werther de Goethe. El amor atrae al romántico como vía de conocimiento, como sentimiento puro, fe en la vida y cima del arte y la belleza. Pero el amor acrecienta su sed de infinito. En el objeto del amor proyecta una dimensión más de esta fusión del Uno y el Todo, que es su principal objetivo. Pero no alcanzará la armonía en el amor.
    El romántico ama el amor por el amor mismo, y éste le precipita a la muerte y se la hace desear, descubriendo en ella un principio de vida, y la posibilidad de convertir la muerte en vida: la muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte.
    En el amor romántico hay una aceptación de la autodestrucción, de la tragedia, porque en el amor se deposita la esperanza en un renacer, en la armonía del Uno y el Todo. En el amor se encarna toda la rebeldía romántica: "Todas las pasiones terminan en tragedia, todo lo que es limitado termina muriendo, toda poesía tiene algo de trágico" (Novalis). En la muerte, el alma romántica encuentra la liberación de la finitud.

Extraído de aquí.

Yo no quiero un amor civilizado, 
con recibos y escena del sofá; 
yo no quiero que viajes al pasado 
y vuelvas del mercado 
con ganas de llorar. 

Yo no quiero vecínas con pucheros; 
yo no quiero sembrar ni compartir; 
yo no quiero catorce de febrero 
ni cumpleaños feliz. 

Yo no quiero cargar con tus maletas; 
yo no quiero que elijas mi champú; 
cortarme la coleta, 
mudarme del planeta, 
brindar a tu salud. 

Yo no quiero domingos por la tarde; 
yo no quiero columpio en el jardin; 
lo que yo quiero, corazón cobarde, 
es que mueras por mí. 

Y morirme contigo si te matas 
y matarme contigo si te mueres 
porque el amor cuando no muere mata 
porque amores que matan nunca mueren. 

Yo no quiero juntar para mañana, 
nunca supe llegar a fin de mes; 
yo no quiero comerme una manzana 
dos veces por semana 
sin ganas de comer. 

Yo no quiero calor de invernadero; 
yo no quiero besar tu cicatriz; 
yo no quiero París con aguacero 
ni te quiero sin ti. 

No me esperes a las doce en el juzgado; 
no me digas "volvamos a empezar"; 
yo no quiero ni libre ni ocupado, 
ni carne ni pecado, 
ni orgullo ni piedad. 

Yo no quiero saber por qué lo hiciste; 
yo no quiero contigo ni sin ti; 
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes, 
es que mueras por mí. 

Y morirme contigo si te matas 
y matarme contigo si te mueres 
porque el amor cuando no muere mata 
porque amores que matan nunca mueren.




Y si queremos hilvanar más aún, lo enlazamos con Derek, Audrey y Albert...

bizcotur

Muchos años después de la primera vez, volví a ver de nuevo La colmena, de Mario Camus. Y volví a emocionarme, a sorprenderme, a admirarme, atónito como un niño, embelesado por tanto talento junto y por la sabia dirección y recreación de aquel Madrid de posguerra. La novela la leí de joven, cuando empecé a descubrir la literatura, y recuerdo los días de lectura en la casa familiar del pueblo, la sensación de estar descubriendo algo grande, algo que perduraría para siempre.
El artículo que sigue, de El País.

Camilo José Cela interviene como actor en 'La colmena'

JOSÉ RAMON PÉREZ ORNIA, 17 ENE 1982

El escritor Camilo José Cela rodó ayer en los estudios Cinearte de Madrid una escena del largometraje La colmena. Se trata de una adaptación de su propia novela para el cine y la televisión, según el guión escrito por José Luis Dibildos, que dirigirá Mario Camus. La película está producida mediante un contrato de cesión de derechos entre Agata Films y RTVE. Carlos Robles Piquer, director general del Ente Público RTVE, presenció durante una hora el rodaje y anunció que este mismo año se estudiará la posibilidad de coproducir con la industria cinematográfica española series para televisión y largometrajes por un importe equivalente o superior a los 1.300 millones de pesetas del concurso convocado por el Ministerio de Cultura en 1979, gracias al cual se está produciendo actualmente, entre otros programas, el filme La colmena.
Carrilo José Cela llegó a los estudios Cinearte, situados en la plaza Conde de Barajas -"junto a la casa donde vivía María Zambrano", comenta Cela- poco antes de las ocho de la mañana y estuvo en el plató durante algo más de tres horas. El maquillador le cortó suavemente las puntas del pelo; le vistieron con una bufanda negra y con un abrigo "siniestro", de la época; le cambiaron los gemelos, el reloj y las gafas y entró en el primero de los decorados de la película: el café de Doña Rosa.Estamos en la Semana Santa de 1942, época en la que se desarrolla la acción de La colmena,"entre un torrente, o una colmena, de gentes que a veces son felices, y a veces, no", como escribió Cela en la nota a la primera edición de su novela publicada en Argentina. La secuencia 34 sucede en el interior del café de Doña Rosa. Un escenario que refleja a la perfección el Madrid de la posguerra, el hambre, el cansancio y la lucha por sobrevivir del pueblo español. "Además del público habitual hay otro nuevo, de paso", escribe en el guión José Luis Dibildos, también productor de la película; "señoritas con mantilla, matrimonios y familias, que descansan un rato entre visita y visita a los Monumentos".
Hay también en el plató unos militares vestidos con uniforme de gala. Camilo José Cela se sienta en una de las veintitantas mesas, la de los poetas, para dar vida al personaje Matías Martí. Ricardo Sorbedo (interpretado por Francisco Rabal), poeta bohemio -un extraño tipo, medio mendigo y medio artista, que malvive del sable, del candor y de la caridad de los demás- le presenta a Don Ibrahim de Ostolaza, (interpretado por Luis Escobar), un jurista que tiene ya preparado su discurso de ingreso en la Academia de Jurisprudencia.
Luis Escobar saluda a Cela: "Encantado de conocer a otro poeta". Y Cela responde, firme, seguro, sin necesidad de recitar, aunque con cierta indignación, como exige el guión: "¿Poeta yo ... ? ¡Por favor! Nunca he escrito tres palabras juntas. Yo invento palabras, pero una a una. Y se las entrego a los demás. Jamás las uso yo. Me limito a enriquecer el léxico patrio. ¡Es mi misión!".
Don Ibrahim está desconcertado e interviene, de nuevo, Don Ricardo: "Matías es un suministrador de materia prima del lenguaje. Lo que hizo Isaac Peral con el submarino, Matías Martí lo hace con las palabras". Entra en escena otro de los poetas de la mesa, Maello, personaje que interpreta Francisco Algora, para añadir: "Ya lleva inventadas más de mil". Y Rubio Antofagasta, interpretado por Mario Pardo, el quinto de los contertulios, agrega: "Por favor, Matías. Dále la última a Don Ibrahim".
Camilo José Cela tiene su segunda intervención: "¡Bizcotur!". Luis Escobar, asombrado, pregunta: "¿Cómo dice?". Y Cela explica: "Bizcotur. Dícese de aquel que, amén de bizco, es atravesado, ruín y turbulento. Se la regalo". Cela añade, en una de las tomas, una morcilla no prevista en el guión: "Usase también como sustantivo".
Más tarde Agustín González amenaza con denunciar a López Vázquez por haberle estafado con una pluma que le costó doscientas pesetas y que "ni ha venido en el Clipper de Nueva York, ni ha viajado en el Lusitania Express, ni es americana, ni es una parker, ni es una pluma estilográfica". López Vázquez disuade a su cliente exhibiendo su insignia de ex-cautivo, con el yugo, las flechas y las cadenas visibles. Senillosa, diputado de Coalición Democrática y, el humorista Mingote intervendrán también como actores. Senillosa acudió ayer a los estudios para probarse el vestuario.
Es la segundavez que se adapta una novela de Cela para el cine; la primera fue La familia de Pascual Duarte, dirigida por Ricardo Franco en 1975 e interpretada por José Luis Gómez. Cela ha intervenido como actor, anteriormente, en otras tres, El sótano, Facultad de letras y Manicomio. "Me limité a poner la cara", comenta Cela después del rodaje. "Intervine enManicomio porque el director rne dijo que necesitaba una persona que comiese hierbas y tirase coces. Le dije que no tenía inconveniente. Recuerdo que mientras interpretaba la escena mandé de una patada al Hospital Provincial a una actriz secundaria, y septuagenaria, que estaba detrás de mí y a la que no había visto".
"Es perfecto. No lo han podido hacer mejor. Han respetadp muy bien el texto de la novela. El decorado del café, el vestuario, son idóneos y reflejan muy bien el ambiente de la novela", comenta Cela a propósito de la puesta en escena y del trabajo del equipo que dirige Mario Camus.
Carlos Robles Piquer acudió a los estudios acompañado de Manuel Calvo Hernando, director de Televisión Española, y de Juan Manuel Martín de Blas, director de Programas y Producciones Experimentales de TVE, de quien dependen las coproducciones con cargo a los citados 1.300 millones de pesetas. Robles Piquer, a preguntas del actor José Sacristán, dijo que estos acuerdos con la industria del cine "son una gran experiencia y hay que repetirla". El director general de RTVE informó que este mismo año se estudiará un plan para producir nuevas obras con la industria del cine con presupuestos posiblemente superiores a los 1.300 millones de pesetas que salieron a concurso en 1979.