Heleneta


Tornada

Perdó, Heleneta, perdó.
No vindrà la conclusió,
i aquest embolic de marrades
no para enlloc. T'ho esperaves?
(...)
I ara potser val més que calli.
No convé que encara m'agafin
temptacions d'insinuar
com hauria anat el relat
encaminat al seu bon terme.
Una cosa, val més no fer-la
que fer-la a mitges. Callo doncs,
i m'estalvio el pitjor tros
que m'hauria tocat d'escriure:
com s'enamora l'heroïna.
Ben cert que en coses de l'amor
de cap pa no faig rosegons.
Tota farina bla vull moldre.
Si l'enamorar-se d'un home
se m'acut cosa extravagant,
l'extravagància la fan
la majoria de les dones,
gent enraonada: alguna solta
deu trobar-se en el joc estrany.
Bé prou que m'hauria costat,
tanmateix, de presentar amb força
la feblesa de dolça dona.
Sembla doncs que callo a punt,
abans d'entrar en un mal embús.
Ja es pot apagar la cendela
que he mirat de mantenir encesa
per una llarga processó
de versos xafarders, de mots
fets per compondre imatges netes
de les coses que em són objectes
d'afectes o d'aversions.
Què sé jo si aquest monyó
de poema, que t'ofereixo,
fa molta angúnia. Quan penso
en els espessos emparrats
de raïms que són peus i mans
de cera bruta, que s'enfilen
per les parets de les ermites,
em trasbalso, i m'agafa por
que sigui un ex-vot llefiscós
el que et vull donar per poema.
I ja no té remei, Helena.
Ara que el cop es veu fallar,
deixa'm que n'acani l'allarg.
Arribaré, amb els tres que em manquen,
al vers mil tres-cents trenta-quatre.
Me'n queda un per dir-te adéu:
barca nova, tingues bon vent.

Tornada(*)

Perdón, Helenita, perdón.
No llegará la conclusión,
y este enredo de rodeos
no lleva a ninguna parte. ¿Lo esperabas?
(...)
Y ahora mejor me callo.
No vaya a ser que me asalten
tentaciones de insinuar
cómo hubiera ido el relato
encaminado a su buen término.
Una cosa es mejor no hacerla
que dejarla a medias. Callo pues,
y así me ahorro el peor trozo
que me hubiera tocado escribir:
cómo se enamora la heroína.
Cierto que en asuntos de amor
de ningún pan hago mendrugos.
Sólo harina blanda quiero moler.
Si enamorarse de un hombre
se me antoja algo extravagante,
la extravagancia la hacen
la mayoría de las mujeres,
gente sensata: algún sentido
debe de haber en ese juego extraño.
Cuánto me hubiera costado,
sin embargo, presentar con fuerza
la debilidad de dulce mujer.
Parece, pues, que me callo a tiempo
antes de meterme en un lío.
Ya se puede apagar la vela
que he querido tener encendida
durante una larga procesión
de versos chismosos, de palabras
hechas para componer imágenes nítidas
de las cosas que me despiertan
aversiones o afectos.
Qué sé yo si este muñón
de poema que te ofrezco
produce mucha angustia. Cuando pienso
en los tupidos emparrados
de racimos que son pies y manos
de cera sucia, que trepan
por la paredes de las ermitas,
me trastorno y me da miedo
que sea un exvoto viscoso
lo que te quiero dar como poema.
Y ya no tiene remedio, Helena.
Ahora que el golpe es fallido,
déjame que mida los versos.
Llegaré, con los tres que me faltan,
al verso mil trescientos treinta y cuatro.
Para el adiós, me queda uno:
barca nueva, ten buen viento.

(*)Estrofa que a modo de despedida se ponía al final de ciertas composiciones poéticas provenzales (Nota de la traductora).

Traducción de Mª Àngels Cabré en Las mujeres y los días, poesía completa de Gabriel Ferrater, editorial Lumen.

Heleneta y Gabriel en sus años mozos, con él sonriendo.

de lo malo a lo peor

A Gabriel también le gustaba traducir además de escribir. Este de abajo está traducido por él. La foto me atrapó desde que me la crucé hace ya tiempo. No diré más.

LO MALO, de Gottfried Benn. Traducido por Gabriel Ferrater.

No saber inglés
y oír hablar de una buena novela policíaca
todavía no traducida.

Cuando hace calor, ver una cerveza
que uno no se puede permitir.

Tener una idea nueva
y no poderla enredar en un verso de Hölderlin,
como hacen los profesores.

Viajando de noche, oír olas que baten
y pensar que lo hacen siempre.
Muy malo es esto: estar invitado
cuando en casa hay más silencio,
mejor café,
y no está uno para charlas.

Y lo peor:
no morir en verano,
cuando todo es claro
y está la tierra blanda para las azadas.