ni juglares ni clérigos: siervos

Javier llegó por su lado y yo por el mío, azarosos ambos. Cada uno de espaldas al otro y de repente nos giramos con el mismo libro en la mano: la Biblia de los pobres, Biblia pauperum. Hace tiempo, mucho, antes del reino junto al mar, compartimos este poema:

MESTER DE SERVIDUMBRE

Por carecer de flechas,
los mendigos
arrojaban
a los nobles
sus propias heridas.
Pero había
una raza de pordioseros
más mísera aún:
Robaba heridas ajenas
y las vendía
en la plaza de mercado.
Con tan burdas armas
los pobres cruzaron
la noche medieval.

Juan Manuel Roca.

Aquí hay una crítica interesante. Y aquí, otro poema más del libro.